Clásicos argumentos bizarros contra el veganismo

Les dejamos algunos de los clásicos argumentos y mitos bizarros contra el veganismo y algunas respuestas que te pueden servir para hacer callar al tío y comer en paz 😉

1. LAS PLANTAS TAMBIÉN SUFREN

Uno de los grandes tópicos por excelencia, la supuesta sintiencia de las plantas y con el que se viene a expresar algo así como que las personas vegetarianas y veganas generamos un enorme sufrimiento devorando plantas sin piedad y que, por solidaridad con ellas, deberíamos alternar y comer también animales.

La ciencia nos dice que las plantas no disponen de un sistema nervioso central ni nada similar a un cerebro que les permita experimentar dolor y placer.

Esta capacidad de experimentar dolor es una característica evolutiva que permite a los animales huir ante determinados peligros. Para las plantas, que viven ancladas a la tierra, este mecanismo sería completamente inútil y por ello disponen de otras estrategias para la supervivencia. Pueden percibir estímulos, lo cual no significa que puedan experimentar dolor ni placer.

Por tanto, esta confusión suele venir derivada de la idea de que las plantas son seres vivos y, efectivamente, lo son. Pero esto es bien distinto de tener capacidad para sentir.

¿Y SI LAS PLANTAS SINTIERAN QUÉ?

En cualquier caso, suponiendo que las plantas sí sintieran, una dieta 100% vegetal provocaría muchísimo menos daño a la vegetación, ya que actualmente la inmensa mayoría de las hectáreas destinadas al cultivo se dedican a la obtención de grano con el que alimentar a los animales en la ganadería industrial.

Se necesitan aproximadamente 10 kg de cereal para producir 1 solo kilo de carne, por lo que, sin duda, lo que mejor podrían hacer por las plantas quienes se preocupan por su sufrimiento es llevar una alimentación 100% vegetal.

2. SI TODO EL MUNDO SE HICIESE VEGANO, NO HABRÍA SUFICIENTE TIERRA NI AGUA PARA CULTIVAR

Este mito parece asumir de entrada la idea de que los animales que nos comemos se alimentan, a su vez, del aire. La realidad es que actualmente la ganadería industrial es una de las principales causas de la deforestación en nuestro planeta, dada la cantidad de tierra utilizada para cultivar los pastos que posteriormente servirán para fabricar piensos.

Por si esto fuera poco, para producir 1 kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua. Esto significa que para la producción de una hamburguesa se emplean unos 3.000 litros de agua, el equivalente a ducharnos durante dos meses.

En cambio, para producir la misma cantidad de cereal solo necesitaríamos 1.600 litros de agua. La diferencia es abrumadora.

¿QUIÉN ESTÁ DERROCHANDO AHORA LOS RECURSOS?

Estas creencias se asientan sobre una imagen ficticia, algo así como la humanidad devorando vegetales de forma descontrolada, cuando lo cierto es que lo más parecido a eso ya está ocurriendo a través de nuestro consumo de productos animales.

Sí, estamos acabando con la tierra y con los recursos hídricos al transformar los nutrientes de los vegetales en proteína animal.

3. PERO SI ESTUVIERAS EN UNA ISLA DESIERTA…

La isla desierta es ese lugar que cualquier persona vegetariana o vegana conoce a la perfección, un recurso asombrosamente habitual para poner en cuestión la consistencia de los valores de quienes nos solidarizamos con los animales. Acá es donde ya dan ganas de decir “Basta Raul, dejame comer”

Es frecuente en los debates en torno a la alimentación que se lleve a las personas veganas a todo tipo de situaciones hipotéticas, que muchas veces rozan el absurdo, con el objetivo de ponernos a prueba.

La realidad es que muy probablemente cualquier persona sensible al sufrimiento de los animales trataría de evitarlo también en una isla desierta, pero lo cierto es que estas conversaciones suelen darse en entornos donde tenemos acceso suficiente a todo tipo de opciones y alternativas vegetales con las que sustituir los productos de origen animal.

“¿POR QUÉ SOS VEGANO?” ¡PREGUNTATE LO CONTRARIO!

Por lo que antes de irnos a la famosa (y temible y fastidiosa) isla desierta, de enfrascarnos en conversaciones circulares sobre si las plantas también sufren o hacer hipótesis catastrofistas sobre la imposibilidad de asumir como sociedad una alimentación cada vez más vegetal, es interesante mirar a nuestro alrededor y preguntarnos qué cuento nos estamos contando para que, con tantas posibilidades a nuestro alcance, aún no estemos eligiendo las más respetuosas con los animales y con nuestro entorno.